domingo, 28 de agosto de 2011

Una historia de pinchos

- ¡Ay, ay!- Se quejaba una y otra vez el pequeño erizo. - ¡Jo, duele!
- ¡No seas tan llorica! - Le reprendía ella mientras le iba arrancando las púas una a una con maña.

2 comentarios:

ValkiRia dijo...

A veces hay que quitarse las púas para no perderse cosas geniales...=)

Wind dijo...

Y tan geniales :D