Mis manos traviesas recorren la cama a lo largo y ancho, pero no te encuentran. Entonces, vuelven a mí, derrotadas.
Me doy la vuelta y contemplo el techo de la habitación, y no puedo evitar que las lágrimas recorran mis mejillas en silencio.
Sé que si tú estuvieras aquí, me abrazarías hasta que me tranquilizara y me dirías que no pasa nada, que somos fuertes. Pero la diferencia es abismal. Y creo que con ese sentimiento de vacío me quedo finalmente dormido.
Mis sueños son un caos de imágenes y sensaciones, una película muy rápida de todo lo que ha sido Madrid para mí. Un recuerdo que ya no se podrá borrar. Nunca.
Y, al despertar, encuentro una almohada mojada y unas sábanas que se me antojan heladas.
Quieroestarcontigo.
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