martes, 14 de agosto de 2012

Cosas para reflexionar

Soy una persona a la que le encanta leer citas célebres. Me parecen una forma interesante de condesar toda la filosofía de vida de ciertas personas (famosas o anónimas, qué más da) en algo tan pequeño como una frase.

Y aunque mi preferida siempre ha sido la de los sueños y los perros, también hay otra que encuentro bastante acertada. Como no podía ser de otra forma, la dejo aquí abajo para invitar a la reflexión.


"El débil se venga. El fuerte perdona. El inteligente ignora."

Últimamente veo a demasiada gente que se venga, muy pocos que perdonan, y casi nadie que ignora. Es triste, pero es así.



PD: Siento que mi frecuencia de posteo en el blog haya bajado, pero simply estoy ocupado en otras cosas (L).


jueves, 12 de julio de 2012

From my heart

Esta entrada va dedicada a una personita muy especial, la cual ha pintado mi día a día - últimamente demasiado gris- con su presencia y ha conseguido que me levante cada mañana sonriendo.

Sí, amigos, porque aunque sólo llevemos un mes juntos, consigue que se pase el tiempo volando cuando estoy a su lado. Porque su dulzura es adictiva, y mirar a sus ojos aguamarina hace que todo lo demás se detenga. Por esa tranquilidad que me transmite cuando me abraza; por su sonrisa, que ha desterrado todos los temores.

Por todo esto y mucho más que no es menester contar aquí :)

Y me despido de esta breve entrada -porque cuando se es feliz no se quiere perder ni un segundo- con una frase de su propia cosecha, con la cual me ha obsequiado:

Ahora no queda nada de ese corazón de hielo porque lo has ocupado entero (L)

Con todo mi cariño, para ti, Y.


martes, 12 de junio de 2012

Amor > Locura > Razón

"Siempre hay un poco de locura en el amor. Siempre hay un poco de razón en la locura".

Y me pregunto, ¿quién soy yo para llevarte la contraria, Nietzsche?

martes, 5 de junio de 2012

For You

Llévame a ese lugar al que los pájaros de mi cabeza quieren emigrar.

lunes, 28 de mayo de 2012

Perdido

Si lees esto, es que has encontrado el mensaje en una botella que lancé hace tiempo.

Confieso que estoy perdido. Perdido en el infinito espacio que hay entre dos palabras. Quizás las dos palabras más difíciles de pronunciar; no me dejan avanzar, y tampoco quiero retroceder.

Pero el término “perdido” no es del todo correcto, porque yo no llegué aquí por méritos propios. Más bien se podría decir que “he caído” en ese pozo oscuro que hay en todo corazón. En esa cara oculta cuya existencia todo el mundo conoce, pero que muy pocos han visto.

El cómo llegué aquí es una cuestión que ni yo mismo puedo resolver. Supongo que tropiezo tras tropiezo. Un día, una de esas baldosas amarillas que indican el camino se quiebra bajo tus pies y no hay nada a lo que aferrarse, mientras el resto se limita a mirar sin hacer nada.

La otra pregunta, más importante, es cómo se sale. Para variar, tampoco tengo una respuesta. Creo que ya he hecho todo lo que está en mi mano, he intentado poner en práctica los mil y un recursos de los que dispongo, mas no ha servido de nada. Parece que es uno de esos problemas que no puede ser resuelto desde dentro por falta de perspectiva.

Pero no quiero que sientas pena; no dejo jamás que la nostalgia se apodere de mí. Esa es una batalla que tienen perdida los “fantasmas”. Tú sabes a lo que me refiero.

En ocasiones suspiro y miro al horizonte, que no puedo discernir entre tanta penumbra. Lo único amargo aquí abajo es la soledad. Sólo mis sentimientos y yo.

A menudo pienso en voz alta, para que no se emboten mis oídos con ecos lejanos, y para que lo que me pasa por la cabeza adquiera la importancia que merece. Pero hasta de esta tranquilidad se cansa uno.

Así que sólo me queda esperar mientras mantengo la mano alzada, confiando en que tú la tomes, me arranques de aquí y me devuelvas a la realidad plantándome un beso en la boca.

jueves, 10 de mayo de 2012

Un pequeño fragmento

Cuando los latidos de su corazón vuelven a algo parecido a lo normal, se recuerda a sí mismo que, después de todo, ya la había besado.

Pero, la indudable pregunta es, ¿dónde?

En un banco del parque, frente a la fuente. Sentados en la arena de la playa un caluroso día de verano. En el ruidoso portal de su bloque. O en su propia cama, en su piso. Puede que en el hundido sofá de la casa de su abuela.

No se arrepiente de ninguno, y mucho menos de los que considera que ha robado.

Pero, ¿acaso este ha sucedido?

Quizás sólo haya pasado dentro de su cabeza. Pero eso sólo es cuestión de tiempo.

sábado, 21 de abril de 2012

Ensayo I

Continua la historia, se cierra y se abre el telón. Levanta un torrente de murmullos, desde la grada una ovación.

La gente aplaude cuando empieza ella, y llora cuando acaba él. Al final de la obra, el prota le clava un clavel.

Él no interpreta, siente. Pierde los papeles con el tocar de la claqueta, siempre. Sus reflexiones son a capella, por esa agonía tan bella.


Mas, ¿cómo la llaman?

viernes, 13 de abril de 2012

Sobre cómo llegué a ser feliz

Hoy, queridos lectores invisibles, debo hacer una confesión muy personal.

Hace poco, ayer mismo, me invadió un sentimiento de despecho increíble. Los motivos son los que os podéis imaginar; no hace falta comentar nada más.

Y tengo que decir que la rabia que sentí en aquel momento me cegó y barrió la paz espiritual de la que me jacto de un soplido, cual lobo feroz.

Sentí entonces la necesidad de escribir algo acerca de ese acontecimiento en mi blog, agridulce válvula de escape. Y comencé a teclear sin ser apenas consciente de todas las barbaridades que mi violento corazón estaba escribiendo. Hasta que terminé y lo leí, un poco más calmado.

Entonces, un sentimiento de asco brotó de mi estómago y me abrasó la garganta. No me reconocí en aquella entrada que estaba a punto de publicar.

Y, aunque a veces me siento muy tonto diciendo esto, volveré a decirlo:

No sé si la persona que me inspira estas palabras las leerá, puesto que no sé si ha vuelto a entrar a mi rinconcito privado desde entonces. Pero a esa persona tengo algo que decirle y, por qué no, a ti también, lector.

A pesar de todo el daño, yo sí pude superar ese odio.
Por eso puedo ser feliz.